viernes, 4 de marzo de 2011

MOMENTO MÁGICO

Mañana luminosa y nítida que anuncia la cercana primavera. Paseo por el monte Lourido desde donde se divisa la Ramallosa con el estuario que forma el río Miñor en al desembocar en el mar, uno de esos paraísos cercanos que tenemos la fortuna de poder disfrutar. Dos mariposas juegan al corro, en una especie de danza equidistante y perfecta. En el  mar, un cormorán decidido salta desde las rocas al agua para iniciar un misterioso buceo en busca de comida; digo misterioso porque nunca se sabe por donde va a volver a sacar la cabeza. Mientras tanto, una garceta estira su elegante cuello y se queda quieta como una estatua entre la vegetación de la marisma. Detrás de ella, un grupo de gaviotas está mirando hacia el sol, muy tranquilas mientras disfrutan del calorcito. Por nuestro lado pasa una familia, padre madre y dos niñas en bicicleta, la pequeña lleva un casco que le queda un poco grande y todavía va con ruedines, pero se la ve orgullosa de formar parte del grupo de forma independiente. Cuando el camino da un giro, se ve el maravilloso espectáculo del estuario y de la playa Ladeira en el centro. El sol se refleja en el agua de tal manera que hace daño a la vista. El silencio solo queda roto por ese sonido tan particular que emiten la gaviotas y que en ocasiones parece un grito humano. Todo es perfecto. Un momento irrepetible que nos permite alejarnos del mundanal ruido, últimamente demasiado ruidoso. ¿Qué sería de nosotros sin estos lugares especiales que nos permiten recargar pilas para poder continuar?



Nota: El estuario del Miñor está en  la Ramallosa - Nigrán, Pontevedra.